Por la gracia de Dios, me crié en un hogar evangélico. Mis padres fueron pastores en una de las Iglesias Apóstoles y Profetas Libre, ellos con diligencia me enseñaron el Evangelio a una edad temprana. Creo en el Señor Jesucristo, porque Él gentilmente me llamó al arrepentimiento y a la fe, a través de mis padres y la predicación y enseñanza de nuestra Iglesia.

Contaba con 8 años de edad cuando acepté a Cristo como mi Salvador y Señor. Debido a la guerra civil en mi país natal, El Salvador, mis padres procuraban enviarme a los Estados Unidos de América, y entre mis trece y quince años de edad,  después de tres intentos logré llegar, recién cumplidos mis 15 años de edad.

Mi vida espiritual y emocional, no era la mejor durante estos años de transición, así que a los 16 años de edad, un año después de haber llegado a los Estados Unidos, reanudé mis votos y compromiso con mi Señor y Salvador Jesucristo en la Primera Organización de la Iglesia Evangélica Apóstoles y Profetas Ef.2:20. A los 17, fui bautizado en agua.

Poco después de mi bautismo, el Señor empezó a usarme en la dirección de la alabanza y en la predicación.  Pronto, mi pastor y muchos miembros de la Iglesia, empezaron a aconsejarme que orara al Señor por el ministerio de la enseñanza, ya que (según sus propias palabras), la enseñanza sería un ministerio en el cual el Señor me usaría. Años más tarde, el Señor comprobaría cuan acertado era su consejo.

 

Mi familia

A la edad de 18 años, conocí a una joven de la Iglesia a la que pertenecía, ella era la Hermana Olga Marina Vargas, secretaria de la Iglesia y a la cual los hermanos, y sobre todo la familia pastoral, apreciaba muchísimo. Luego de haberla conocido formalmente, le pedí que fuera mi novia y por la gracia de Dios, nos casamos en el 1989, un año después. En el 1990, el Señor nos concedió nuestro primer hijo, Abner Abisaí Miranda. Fue una enorme bendición de parte de Dios.

En el 1991, vino nuestro segundo hijo, una nena muy bella, Cesia Catalina Miranda. Aunque procuramos más hijos, el Señor no nos concedió la oportunidad.  Puedo testificar que nuestro Gran Dios, se ha glorificado en mi familia a través de los años. Por la misericordia de Dios, mi esposa, mis hijos y yo, hemos servido al Señor abnegadamente. Nunca ha habido conflicto entre nosotros en lo que al servicio en la obra del Señor se refiere. Aun hoy día que mis hijos son adultos, trabajan hombro a hombro con nosotros. Mi Dios les bendiga abundantemente.  

A los 24 años de edad fui llamado al diaconado; desde entonces he servido al Señor en muchos departamentos y ministerios en mi iglesia, desde la limpieza del templo, hasta servir como secretario del Concilio de Iglesias Evangélicas Misioneras Apóstoles y Profetas Ef 2:20, a nivel nacional. Misión a la cual pertenecimos desde sus comienzos hasta el 2013.  

 

Mi llamado

En el 2007 el Señor me llamó para estudiar su Palabra formalmente, y siendo movido por una profunda necesidad, ingresé al Instituto Bíblico Latinoamericano Emanuel. Por la gracia del Señor, logré graduarme con honores en el año 2011.  

Momento en el que fui ordenado como Pastor.

Inmediatamente, después de mi graduación del Instituto Bíblico Latinoamericano Emanuel, el Señor me llamó a servirle como maestro en la misma institución. En donde por su gracia continuó sirviéndole. El Señor me permite también enseñar en la Universidad Cristiana Logos, extensión Emanuel.

Después de haberme graduado, el Señor me dio la grandiosa oportunidad de fundar el Instituto Bíblico Apóstoles y Profetas, en la Iglesia Evangélica Misionera Apóstoles y Profetas (Ef. 2:20) de Hyattsville Maryland; Iglesia en la cual nos congregamos desde que abrió sus puertas en el 2005, hasta que salimos en el 2013. En cuanto al ministerio del Pastorado, fue en el 2005, cuando por primera vez el Señor me habló que le serviría en este ministerio. Recuerdo una tarde del 2007 al salir del salón de clase, por medio de una hermana de México, la cual no me conocía, el Señor me habló que me había llamado para que le sirviera como Pastor.

En el salón de clase, muchos compañeros me llamaban Pastor, porque según sus propias palabras veían un pastor en mí
— Pastor Marcos Miranda

A partir de entonces, escuché el mismo mensaje una y otra vez, incluso por medio de gente que no me conocían ni yo a ellas. “En el salón de clase, muchos compañeros me llamaban Pastor, porque según sus propias palabras veían un pastor en mí". Por fin en el 2013, mi familia y yo salimos de la iglesia a la cual hemos amado y amamos profundamente, y en la cual con toda diligencia y amor servimos al Señor por muchos años.

Al transcurso de unos dos meses, después de haber salido, el Señor se las arregló para cumplir la palabra que había hablado por medio de muchos hermanos en Cristo. Aun cuando nuestros ánimos estaban desmallados y las fuerzas se habían terminado, el Señor nos instó que empezáramos a reunirnos en casa con mi familia. Pronto, el Señor empezó a salvar a miembros de nuestra familia. Otros que ya eran salvos, se unieron al grupo que un año más tarde sería incorporado como “Iglesia Evangélica Cimiento de Dios”; nombre que toma su fundamento en Isaías 28:16. El Señor sigue confirmando su llamado al ministerio. Me regocijo al ver su voluntad cumpliéndose delante de nosotros diariamente. 

Agradezco de una manera especial, a los Directores del Instituto Bíblico Latinoamericano Emanuel, El Reverendo Juan Antonio Sánchez y su esposa, Hermana Rosita Sánchez; también a la Subdirectora, la Hermana Martita Cruz, quienes han sido como ángeles de Dios para mi familia y yo. En tiempos difíciles nos brindaron apoyo espiritual y sus consejos acertados nos animaron a seguir. Y estoy cierto que sus oraciones han estado presentes delante del trono de la gracia. Yo jamás, aunque quisiera, lograría recompensarles por amor, apoyo y fortaleza espiritual. Pero estoy seguro que de mi Dios tendrán su recompensa. 


Declaración Ministerial

Nuestro más elevado objetivo, y anhelo profundo, es anunciar a todo el mundo las gloriosas nuevas del Evangelio de nuestro Señor Jesucristo, encaminando a las almas a creer en Él como su Salvador personal. Proteger, guiar y enseñar a toda alma que me ha sido confiada por Dios con toda la sabiduría del Evangelio; con el fin de presentar a cada una de estas personas, perfectas y completas en Cristo Jesús. Equipar y guiar a estas personas, para que con diligencia, procuren su santificación en Cristo Jesús, y para que prediquen el Evangelio en las comunidades de sus alrededores y dondequiera que el Señor les permita. 

Habiendo tenido el privilegio de criarme en un hogar pastoral, y servir al Señor toda mi vida cerca de pastores, comprendo el reto que tengo por delante. Pero el mismo Dios, que los fortaleció, guío y prosperó a ellos, Él mismo nos guiará al triunfo también a nosotros. Porque de Él es la obra y también el poder. Amen!!